“Quién me seguiría?” Una de las barreras que enfrento, la mayoría de los días, es la de la responsabilidad. ¿Qué necesito hacer hoy? ¿Con quién necesito hablar? ¿Cómo puedo asegurarme de que todos están haciendo lo que tienen que hacer? Honestamente, caigo en el pensamiento inseguro de, “¿Por qué alguien, en su sano juicio, pensaría que lo que hago es una buena idea?” Antes, al enfrentarme a la visión aplastante de la responsabilidad, respondía con no hacer nada. Pero, lo que comprendí fue más profundo: nadie pensará que es una buena idea y eso esta bien. Entonces Eclesiastés 1:1-11 apareció. Solo la obra eterna de mi Padre importa y yo le sigo a Él. Aliviándome de la responsabilidad de hacer nada más que aquello para lo cual Dios me hizo, ahora soy libre de simplemente seguirle y mostrarle a otros lo que he visto. Hoy me puse en contacto con unos amigos y les conté sobre esta cosa genial que Él esta haciendo. Voy a dar simples pasos de obediencia y probar por 30 días a ver como va. ¿Te gustaría hacer esto conmigo? Día 2, Hagámoslo – juntos.