¿Por qué se nos hace tan difícil orar por otros? ¿Somos tan profundamente egoístas? Si verdaderamente queremos cumplir con la Gran Comisión: amar a Dios y amar a las personas; entonces, ¿No quisiéramos levantar a otros en oración? De hecho, tengo el presentimiento que mientras oramos a nuestro Padre Celestial nos estamos acercando a un Dios amoroso. Mientras nos acercamos al Padre, nuestra distancia en oración por las personas se reduce — así como respirar u orar por nosotros mismos. Impulsado por la oración, el Reino no puede ser detenido!